domingo, 13 de febrero de 2011

Nichole: Un duro despertar




Originalmente escrito en inglés el 21 de noviembre del 2009. Traducción voluntaria por Joelle Bouchard, profesora de español en Houston, Texas, USA.

Me siento muy afortunada por haber tenido la oportunidad de vivir en el extranjero en la Argentina - experimentar la cultura, hacer nuevos amigos, y explorar áreas nuevas. Pero más que nada, estoy agradecida de que cumpliera con mi meta de tomar tiempo durante mi viaje para ser voluntaria.

Recuerdo buscar organizaciones por internet que ofrecieran programas voluntarios. No me había dado cuenta cuán desafiante que podría ser encontrar oportunidades para donar su tiempo, así que llegó como un gran alivio cuando encontré Conviven, una ONG que promovía el desarrollo social y comunitario. El centro solamente se requisitaba que dedicara su tiempo a su programa de inglés que ofrece después del día escolar. Estaba ubicado en la Ciudad Oculta, conocido por la pobreza que afecta a 10,000 de sus habitantes. Al prepararme para comenzar, estaba emocionada sobre la posibilidad de aprender más acerca de esta cultura a través de la oportunidad de ayudar a niños.

Mi primer día en Conviven, estaba lista para hacerme cargo, y me sentí que podría manejar cualquier cosa. Pero estaba en un duro despertar. A mi me tocó una clase de trece niños entre las edades de cinco a ocho años. Mi responsabilidad era enseñarles palabras y conceptos de inglés. Supe de volada de que tendría que hablar en español para que aprendieran. Batallaba con mi español muy olvidado, y a veces los alumnos eran mis maestros. Gestos de la mano y la actuación de los temas eran algo rutinario; su curriculum era mi responsabilidad y intentaba ser creativa e ingeniosa. Muchos alumnos eran entusiastas para aprender, mientras otros eran tímidos e indiferentes. Durante el transcurso de mi enseñanza en Conviven, estaba asombrada a las relaciones distintas que construía con los alumnos y voluntarios. Los alumnos se pusieron dedicados y receptivos a mi estilo de enseñar. Estaba agradecida por cada alumno que llegara al salón de clase después de haber pasado su día entero en la escuela.

Me di cuenta de que fueron los triunfos pequeños que hicieron la diferencia. Muchos alumnos no iban a superar el idioma de inglés durante mi estancia, pero su dedicación a trabajar sin cesar me hace creer que dominarán el idioma en el futuro, y me recordó que con empeño y dedicación, se puede lograr cualquier meta.

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